martes, 5 de abril de 2011

Carta Monseñor Ezzati

Autor: Mons. Ricardo Ezzati Andrello, sdb
Fecha: 02/04/2011
Arzobispado de Santiago

Hoy más que nunca, permanezcamos en su amor

Mensaje del Arzobispo de Santiago a los fieles y comunidades de la
Arquidiócesis

Hermanas y hermanos de la Arquidiócesis:

Con renovada esperanza me dirijo a ustedes en este tiempo de Cuaresma que
nos prepara para la Semana Santa y la Pascua de Resurrección. Lo hago en
un momento de gran dificultad para la Iglesia de Santiago. Es comprensible el
dolor, el desconcierto y la inquietud que experimenta una comunidad cuando
personas consagradas a Jesucristo, de quienes se espera un testimonio
coherente de amor y servicio, incurren en gravísimas faltas que dejan víctimas,
escandalizan y desilusionan.

Frente al abuso sexual, que a los ojos de Dios es también un “espantoso
pecado”, no podemos quedar indiferentes. En ningún caso esta violencia
contra los más pequeños y vulnerables puede ser justificada o protegida. Como
Iglesia, nos corresponde trabajar y colaborar decididamente para sacar de raíz
este mal de nuestra sociedad, y asumir un rol activo en la prevención a los
niños y niñas en todas las instancias pastorales y educativas católicas.

Los fieles de la Arquidiócesis pueden estar seguros de que su pastor hará todo
lo que esté a su alcance para que se establezca la verdad y se logre la justicia
en las denuncias que involucran a personas consagradas. No debemos temer
la verdad que nos hace libres; darla a luz puede resultar doloroso, pero nos
regala también la esperanza de tiempos mejores en una Iglesia purificada.
Por eso, reafirmo mi voluntad de garantizar un debido proceso canónico para
quienes se sientan legítimamente lesionados en sus derechos y, al mismo
tiempo, reitero la invitación que ya formulé a colaborar con la justicia civil como
ciudadanos corresponsables del bien común. Reitero el llamado a las personas
que, en conciencia, quieran presentar su testimonio sobre situaciones de esta
naturaleza, para que lo hagan con plena confianza en las instancias previstas
por la Iglesia y por la Sociedad Civil.

Sé que en muchas comunidades este tema se está reflexionando con
sinceridad y respeto. Es necesario fomentar un diálogo abierto, en un ambiente
de respeto, fe y fraternidad, a fin de que los fieles tomen mayor conciencia
de sus derechos y deberes, tanto en lo referido a proteger la integridad
de los menores, como en la conveniencia de revisar estilos de acogida y
acompañamiento, de liderazgo y autoridad.

Invito a todos los fieles a un tiempo de especial oración por los sacerdotes y
consagrados de nuestra Iglesia. Pidan al Padre de misericordia que nos haga
dóciles a su Espíritu; que sepamos ser humildes servidores suyos en cada
persona y en sus necesidades. Demos gracias por el testimonio de tantos
presbíteros y diáconos, religiosos, religiosas, laicos y laicas cuya vida entera
refleja al Señor en el servicio que prestan a su pueblo. Que el desborde de
fe y de gozo de estos discípulos – misioneros, nos vuelva a Cristo, centro de
la vida y misión de la Iglesia; una Iglesia que queremos humilde y servidora,
casa abierta y acogedora, “mesa para todos” y recinto seguro de crecimiento
humano y cristiano, para niños, jóvenes y familias.

En la herida abierta que desconsuela, el Señor nos dice: “No teman”; “como el
Padre me ama a mí, así los amo yo a ustedes. Permanezcan en mi amor” (Jn
15,9). Permanezcamos unidos a Cristo, como la rama a la vid, y produciremos
frutos abundantes. El dolor de este tiempo de poda, nos eduque. Sabemos
que alcanzará sentido purificador y fecundo en Cristo Resucitado. La noche
puede ser larga, pero finalmente amanecerá la luz, la luz verdadera, la que
ilumina a todo hombre y que es Cristo el Señor. Los invito a caminar tras esta
luz con confianza y perseverancia.

Con afecto de padre y pastor los saluda y bendice,

† Ricardo Ezzati A.
Arzobispo de Santiago

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