CIUDAD DEL VATICANO, 21 DIC 2011 (VIS).-
"Las palabras que todos pronuncian estos días son: '¡Feliz Navidad!
¡Felices Fiestas de Navidad'. Tenemos que esforzarnos para que también en la
sociedad actual estas palabras no pierdan su profundo significado religioso, y
la fiesta no se quede sólo en sus aspectos externos", dijo Benedicto XVI
durante la audiencia general de los miércoles, la última antes de la
celebración de la Natividad
del Señor.
"Con la liturgia de
Navidad -explicó el pontífice a los fieles reunidos en el Aula Pablo VI- la Iglesia nos introduce en
el gran misterio de la
Encarnación. La Navidad no es simplemente el
aniversario del nacimiento de Jesús: es celebrar un Misterio que ha marcado y
sigue marcando la historia del hombre; Dios vino a habitar entre
nosotros, se hizo uno de nosotros. (...) En la misa del Gallo contestaremos al
salmo responsorial con las palabras: 'Hoy ha nacido para nosotros el Salvador'.
(...) Indicando que Jesús nace 'hoy', la liturgia (...) pone de relieve que
este nacimiento atañe a toda la historia y la impregna. (...)
Ciertamente, la redención de la humanidad acaeció en un momento claro e
identificable de la historia, con Jesús de Nazaret. Pero Jesús es el Hijo de
Dios que (...) se hizo hombre. El Eterno ha entrado en los límites del espacio
y del tiempo para hacer posible que 'hoy' nos encontremos con Él. (...) Cuando
repetimos en las celebraciones litúrgicas: 'Hoy ha nacido para nosotros el
Salvador", no estamos usando una expresión convencional: significa
que Dios nos ofrece 'hoy', ahora (...) la posibilidad de
reconocerlo y acogerlo, como hicieron los pastores de Belén, para que nazca en
nuestra vida y la renueve".
El Papa reflexionó después
sobre el nacimiento en Belén a la luz del misterio pascual porque "tanto
Navidad como Pascua son fiestas de la redención". "Pascua -dijo- la
celebra como victoria sobre el pecado y la muerte: marca el momento
final, cuando la gloria del Hombre-Dios resplandece como la luz del día.
Navidad la celebra como la entrada de Dios en la historia, haciéndose hombre
para reconducir el hombre a Dios. Indica el punto de partida cuando se entrevé
la luz del alba".
Contribuyen a entender este
aspecto, agregó el Santo Padre, las dos épocas del año en que, al menos
en algunas regiones del mundo, se colocan estas grandes fiestas. "Mientras
Pascua cae al principio de la primavera, cuando el sol triunfa sobre las frías
y densas nieblas y renueva la faz de la tierra, la Navidad cae al
comienzo del invierno, cuando la luz y el calor del sol no pueden despertar la
naturaleza, envuelta en el frío, bajo cuyo manto, sin embargo, late la
vida".
"En Navidad encontramos la
ternura y el amor de Dios que se inclina sobre nuestras limitaciones, nuestras
debilidades, nuestros pecados y se rebaja a nuestro nivel. Vivamos con alegría la Navidad que se
acerca (...) Sobre todo, vivamos este misterio en la Eucaristía , verdadero
eje de la Navidad. En
ella se hace realmente presente Jesús, Pan bajado del cielo y Cordero
sacrificado para nuestra salvación. Os deseo a todos, y a vuestras familias,
que celebréis una Navidad realmente cristiana, de modo que las felicitaciones
de ese día sean una manifestación de la alegría de saber que Dios está cerca de
nosotros y quiere recorrer con nosotros el camino de la vida", concluyó
Benedicto XVI.
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