CIUDAD DEL VATICANO, 25 DIC 2011 (VIS).-
Al mediodía de hoy, solemnidad de la Natividad del Señor, el Papa pronunció desde el
balcón central de la basílica vaticana el tradicional mensaje navideño e
impartió la bendición "Urbi et Orbi". Siguen extractos del mensaje:
"El Hijo de la Virgen María ha
nacido para todos, es el Salvador de todos. Así lo invoca una antigua antífona
litúrgica: 'Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y
salvador de los pueblos, ven a salvarnos, Señor Dios nuestro'. Este es el
clamor del hombre de todos los tiempos, que siente no saber superar por sí solo
las dificultades y peligros. Que necesita poner su mano en otra más grande y
fuerte, una mano tendida hacia él desde lo alto (...) Esta mano es Cristo,
nacido en Belén de la
Virgen María. Él es la mano que Dios ha tendido a la
humanidad, para hacerla salir de las arenas movedizas del pecado y ponerla en
pie sobre la roca, la roca firme de su verdad y de su amor".
"Jesús (...) significa
'Salvador'. Él fue enviado por Dios Padre para salvarnos sobre todo del mal
profundo arraigado en el hombre y en la historia: ese mal de la separación de
Dios, del orgullo presuntuoso de actuar por sí solo, del ponerse en
concurrencia con Dios y ocupar su puesto, del decidir lo que es bueno y es
malo, del ser el dueño de la vida y de la muerte Este es el gran mal, el
gran pecado, del cual nosotros los hombres no podemos salvarnos si no es
encomendándonos a la ayuda de Dios".
"Ya el mero hecho de esta
súplica al cielo nos pone en la posición justa, nos adentra en la verdad de
nosotros mismos: Dios es el Salvador, nosotros, los que estamos en
peligro (...) Reconocerlo es el primer paso hacia la salvación, hacia la salida
del laberinto en el que nosotros mismos nos encerramos con nuestro orgullo.
Levantar los ojos al cielo, extender las manos e invocar ayuda, es la vía de
salida, siempre y cuando haya Alguien que escucha, y que pueda venir en nuestro
auxilio."
"Jesucristo es la prueba de
que Dios ha escuchado nuestro clamor (...) La respuesta que Dios ha dado en
Jesús al clamor del hombre supera infinitamente nuestras expectativas, llegando
a una solidaridad tal, que no puede ser sólo humana, sino divina. Sólo el Dios
que es amor y el amor que es Dios podía optar por salvarnos por esta vía, que
es sin duda la más larga, pero es la que respeta su verdad y la nuestra: la vía
de la reconciliación, el diálogo y la colaboración."
"Por tanto, queridos hermanos
y hermanas de Roma y de todo el mundo, dirijámonos en esta Navidad 2011 al Niño
de Belén, al Hijo de la
Virgen María , y digamos: 'Ven a salvarnos'.
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