CIUDAD DEL VATICANO, 7 FEB 2012
(VIS).-Hoy se ha publicado el mensaje escrito por el Santo Padre para la Cuaresma , en el que
reflexiona sobre el versículo 24 de la
Carta a los Hebreos: “Fijémonos los unos en los otros para
estímulo de la caridad y las buenas obras”. Ofrecemos a continuación amplios
extractos del texto: “La Cuaresma nos ofrece una
vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la
caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los
Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitario”.
(…) Este año deseo proponer algunas reflexiones a la luz de un breve texto
bíblico tomado de la Carta
a los Hebreos: ‘Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y
las buenas obras’ (10,24)”. (…)
1. ‘Fijémonos: la
responsabilidad para con el hermano.
“El primer elemento es
la invitación a ‘fijarse’ (…) El verbo que abre nuestra exhortación invita a
fijar la mirada en el otro, ante todo en Jesús, y a estar atentos los unos a
los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos.
Sin embargo, con frecuencia prevalece la actitud contraria: la indiferencia o
el desinterés, que nacen del egoísmo, encubierto bajo la apariencia del respeto
por la ‘esfera privada’. (…) Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos
‘guardianes’ de nuestros hermanos (cf. Gn 4,9), que entablemos relaciones
caracterizadas por el cuidado reciproco, por la atención al bien del otro y a
todo su bien. El gran mandamiento del amor al prójimo exige y urge a tomar
conciencia de que tenemos una responsabilidad respecto a quien, como yo, es
criatura e hijo de Dios: el hecho de ser hermanos en humanidad y, en muchos
casos, también en la fe, debe llevarnos a ver en el otro a un verdadero 'alter
ego', a quien el Señor ama infinitamente. Si cultivamos esta mirada de
fraternidad, la solidaridad, la justicia, así como la misericordia y la
compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón”. (…)
“La atención al otro
conlleva desear el bien para él o para ella en todos los aspectos: físico,
moral y espiritual. La cultura contemporánea parece haber perdido el sentido
del bien y del mal, por lo que es necesario reafirmar con fuerza que el bien
existe y vence, porque Dios es ‘bueno y hace el bien’ (Sal 119,68). El bien es
lo que suscita, protege y promueve la vida, la fraternidad y la comunión. La
responsabilidad para con el prójimo significa, por tanto, querer y hacer el
bien del otro, deseando que también él se abra a la lógica del bien;
interesarse por el hermano significa abrir los ojos a sus necesidades. La Sagrada Escritura
nos pone en guardia ante el peligro de tener el corazón endurecido por una especie
de ‘anestesia espiritual’ que nos deja ciegos ante los sufrimientos de los
demás. El evangelista Lucas refiere dos parábolas de Jesús, en las cuales se
indican dos ejemplos de esta situación que puede crearse en el corazón del
hombre”: la parábola del buen Samaritano y la del rico Epulón y el pobre
Lázaro. “En ambos casos se trata de lo contrario de ‘fijarse’, de mirar con
amor y compasión. ¿Qué es lo que impide esta mirada humana y amorosa hacia el
hermano? Con frecuencia son la riqueza material y la saciedad, pero también el
anteponer los propios intereses y las propias preocupaciones a todo lo demás.
Nunca debemos ser incapaces de ‘tener misericordia’ para con quien sufre;
nuestras cosas y nuestros problemas nunca deben absorber nuestro corazón hasta
el punto de hacernos sordos al grito del pobre. (…) El encuentro con el otro y
el hecho de abrir el corazón a su necesidad son ocasión de salvación y de
bienaventuranza”.
“El ‘fijarse’ en el
hermano comprende además la solicitud por su bien espiritual. Y aquí deseo
recordar un aspecto de la vida cristiana que a mi parecer ha caído en el
olvido: la corrección fraterna con vistas a la salvación eterna. Hoy somos
generalmente muy sensibles al aspecto del cuidado y la caridad en relación al
bien físico y material de los demás, pero callamos casi por completo respecto a
la responsabilidad espiritual para con los hermanos. No era así en la Iglesia de los primeros
tiempos (…). Cristo mismo nos manda reprender al hermano que está cometiendo un
pecado (cf. Mt 18,15). (…) La tradición de la Iglesia enumera entre las
obras de misericordia espiritual la de 'corregir al que se equivoca'. Es
importante recuperar esta dimensión de la caridad cristiana. Frente al mal no
hay que callar. Pienso aquí en la actitud de aquellos cristianos que, por
respeto humano o por simple comodidad, se adecuan a la mentalidad común, en
lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de
actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien. Sin embargo, lo
que anima la reprensión cristiana nunca es un espíritu de condena o
recriminación; lo que la mueve es siempre el amor y la misericordia, y brota de
la verdadera solicitud por el bien del hermano. (…) En nuestro mundo impregnado
de individualismo, es necesario que se redescubra la importancia de la
corrección fraterna, para caminar juntos hacia la santidad. (…) Es un gran
servicio ayudar y dejarse ayudar a leer con verdad dentro de uno mismo, para
mejorar nuestra vida y caminar cada vez más rectamente por los caminos del
Señor”. (…)
2. “Los unos en los otros”: el
don de la reciprocidad.
“Este ser ‘guardianes’
de los demás contrasta con una mentalidad que, al reducir la vida sólo a la
dimensión terrena, no la considera en perspectiva escatológica y acepta
cualquier decisión moral en nombre de la libertad individual. Una sociedad como
la actual puede llegar a ser sorda, tanto ante los sufrimientos físicos, como
ante las exigencias espirituales y morales de la vida. En la comunidad
cristiana no debe ser así”. (…)
“Los discípulos del
Señor, unidos a Cristo mediante la Eucaristía , viven en una comunión que los vincula
los unos a los otros como miembros de un solo cuerpo. Esto significa que el
otro me pertenece, su vida, su salvación, tienen que ver con mi vida y mi
salvación. Aquí tocamos un elemento muy profundo de la comunión: nuestra
existencia está relacionada con la de los demás, tanto en el bien como en el
mal; tanto el pecado como las obras de caridad tienen también una dimensión
social. En la Iglesia ,
cuerpo místico de Cristo, se verifica esta reciprocidad: la comunidad no cesa
de hacer penitencia y de invocar perdón por los pecados de sus hijos, pero al
mismo tiempo se alegra, y continuamente se llena de júbilo por los testimonios
de virtud y de caridad, que se multiplican. (…) Todo cristiano puede expresar
en la preocupación concreta por los más pobres su participación del único
cuerpo que es la Iglesia.
La atención a los demás en la reciprocidad es también
reconocer y agradecer el bien que el Señor realiza en ellos”. (…)
3. “Para estímulo de la caridad
y las buenas obras”: caminar juntos en la santidad.
“Esta expresión de la Carta a los Hebreos (10, 24)
nos lleva a considerar la llamada universal a la santidad. (…) El tiempo que se
nos ha dado en nuestra vida es precioso para descubrir y realizar buenas obras
en el amor de Dios. Así la
Iglesia misma crece y se desarrolla para llegar a la madurez
de la plenitud de Cristo (cf. Ef 4,13). En esta perspectiva dinámica de
crecimiento se sitúa nuestra exhortación a animarnos recíprocamente para
alcanzar la plenitud del amor y de las buenas obras”.
“Lamentablemente,
siempre está presente la tentación de la tibieza, de sofocar el Espíritu, de
negarse a ‘comerciar con los talentos’ que se nos ha dado para nuestro bien y
el de los demás (cf. Mt 25,25ss). Todos hemos recibido riquezas espirituales o
materiales útiles para el cumplimiento del plan divino, para el bien de la Iglesia y la salvación
personal. Los maestros de espiritualidad recuerdan que, en la vida de fe, quien
no avanza, retrocede”. (…)
“Ante un mundo que exige
de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, todos
han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y
en las buenas obras . Esta llamada es especialmente intensa en el tiempo santo
de preparación a la Pascua ”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario